lunes, 26 de enero de 2015


Juan Pablo, en el imaginario de los jóvenes

El aprecio o reconocimiento de sentimientos y valores en las sociedades modernas y post modernas, son temas que en la actualidad generan polémicas interesantes. El debate, que se nos plantea cuando hablamos de divulgar informaciones, teniendo en cuenta los valores éticos y morales de las sociedades de hoy, nos obliga a substraernos un poco, e iniciar una suerte de interrogantes, que tienen que ver con la sociedad en su conjunto, pero fundamentalmente, con las sociedades del pasado.

Preguntas como ¿Qué tipo de sociedad  tenemos?, ¿Cuáles son sus intereses?, ¿Cuál sería la sociedad apropiada o cuál nos gustaría tener?; ¿Por dónde empezar a construirla o reconstruirla?, son algunas de ellas. Por supuesto, llegar a esas respuestas amerita de un trabajo creativo por parta de  docentes y alumnos.
Hace dos años, al conmemorarse el bicentenario del natalicio de Juan Pablo, quise introducir en la programación de la asignatura Fundamento de Historia Social Dominicana; una estrategia metodológica en la que los jóvenes tuvieran la oportunidad de recrear la labor social y política de “Juan Pablo”  desde una perspectiva mucho más cercana, presentando a un Duarte más parecido a él o a ella, a un Duarte, de carne y hueso.

Tomando como punto de apoyo el conocimiento del personaje a través de su labor social y política, iniciamos la caracterización y dramatización del periodo histórico, en el que se desarrollaron los hechos, que posteriormente produjeron la Independencia Nacional Dominicana, el 27 de febrero de 1844.

¿Cuál fue la gran sorpresa de estos jóvenes?, ¿Qué lectura hicieron?, ¿Cuáles pensamientos llamaron su atención?.

 Descubrieron a un Juan Pablo con gran personalidad, con sed de justicia, que llamaba las cosas por su nombre, que tenia fe en el porvenir, poseído de coraje y valentía, que sus  planteamientos, siendo apenas un veinteañero trascienden la tenacidad del tiempo. Que el jòven tenía preocupaciones iguales o muy parecidas a la de ellos en la actualidad, que sus motivaciones políticas y sociales continúan siendo pertinentes, después de doscientos años.

 Juan Pablo Duarte, con su innegable visión y percepción de las características del ser humano definía al pueblo dominicano y a sus  dirigentes con acertada razón, diciendo En Santo Domingo no hay más que un pueblo que desea ser y se ha proclamado independiente de toda potencia extranjera, y una fracción miserable que siempre se ha pronunciado contra esta ley, contra este querer dominicano, logrando siempre por medio de sus intrigas y sórdidos manejos adueñarse de la situación y hacer aparecer al pueblo dominicano de un modo distinto de como es en realidad; esta fracción, o mejor diremos esa facción, es y será siempre todo, menos dominicana; así se la ve en nuestra historia, representante de todo partido antinacional y enemigo nato por tanto de todas nuestras revoluciones; y si no, véase ministeriales en tiempo de Boyer, y luego riveristas, y aún no había sido el 27 de febrero, cuando se les vio proteccionistas franceses y más tarde anexionistas americanos y después españoles”(…). [1]


Rescatar el ejercicio de una enseñanza basada en una “Historia pensada”, que
cuestione el por qué de las cosas y poder plantearse nuevas interrogantes a lo
encontrado o determinado, se hace cada vez mas necesario. Lograr describir el acontecer histórico y su vinculación con el presente no es tarea fácil. Sin embargo, aproximarnos a la verdad histórica, es el deber de todo docente que se precie o aspire a ser objetivo en sus concepciones.

Cuando los alumnos fueron profundizando en el conocimiento del pensamiento social y político de Juan Pablo, establecieron nexos importantes, enfatizando el aspecto interno de los procesos que se puede reconstruir sobre la base de hechos históricos sucedidos, apoyados en documentos escritos, testimonios orales y demás recursos que constituyen fuentes necesarias para estudio de la historia.


Los jóvenes estudiantes al final de la experiencia destacaron en primer lugar, la tremenda vigencia del pensamiento de Juan Pablo doscientos años después, en segundo lugar,  el compromiso que tiene su generación con el cambio de rumbo de políticas negativas desarrolladas por la mayor parte  los gobiernos republicanos y en tercer lugar, y no menos importante,  la necesidad de inclusión social para los  más vulnerables, así como la implicación y compromiso de la juventud en el proceso de ese cambio de rumbo.

He aquí el resultado de la experiencia (Ver vídeo)


 Pienso que es fundamental integrar esfuerzos para producir un tipo de enseñanza en la que los jóvenes y adultos sean capaces de apreciar el valor de la diversidad cultural y su influencia en un mundo globalizado.
 Pero además, provocar en los jóvenes una actitud responsable y solidaria, que les permita convertirse en verdaderos sujetos de cambio, acorde con las características del mundo en que viven, el cual demanda de innovaciones constantes.
26 de enero, 2015.







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