Una Mirada a Temas Sociales, Educativos y Culturales desde una Perspectiva Innovadora
jueves, 31 de diciembre de 2015
domingo, 20 de diciembre de 2015
UNA BIENAL EN LAS CALLES DE LA HABANA
La
Duodécima Bienal de La Habana, será celebrada entre el 22 de mayo y el 22 de
junio, de 2015. Se trata de un evento de carácter eminentemente cultural, con
una experiencia de más de 30 años, celebrados precisamente en mayo del 2014. La
Bienal de La Habana ha demostrado su carácter cosmopolita y amplio, abarcando
una gran diversidad de públicos. Su proyección se ha consolidado,
valiéndose en gran medida de experiencias acumuladas de eventos anteriores.
Gracias
al trabajo desarrollado en las diferentes ediciones de la Bienal, se han
podido visibilizar las principales propuestas artísticas de muchos relevantes
creadores, ya no únicamente procedentes del Caribe, Asia, África,
América Latina y el Medio Oriente, sino también representantes de otras
regiones geográficas. Así mismo, a través de sus eventos teóricos, -los cuales
han permitido el intercambio con críticos, investigadores y reconocidos
curadores internacionales-, se ha dado a conocer el pensamiento teórico
del más alto nivel.
Ha
sido igualmente plataforma de presentación y lanzamiento de las propuestas de
las más jóvenes generaciones de artistas de las artes visuales, que han tenido
en el evento, un lugar de prestigio para mostrar sus creaciones. Uno de los
mayores logros de la Bienal es el trabajo de investigación que los
curadores realizan, en la búsqueda de propuestas y proyectos
experimentales y novedosos de las diferentes áreas geográficas, esa
capacidad de riesgo al mostrar al publico y al mundo, las producciones que han
sido o son marginadas de los grandes circuitos del arte, convirtiéndose así, en
laboratorio artístico y en lugar de encuentros y confrontación.
De
la misma manera, la Bienal de La Habana, es punto obligado para la prensa
internacional, estudiosos e interesados en sentido general. Consideramos que a
partir de esta duodécima edición, la Bienal pudiera entrar en un punto de giro,
luego de un largo periodo de celebración y debates, al profundizar en su
vínculo con los contextos y otras esferas del saber. Nunca ha perdido
nuestro evento ese carácter de diálogo y relación con el espectador, algo que
se ha venido incrementando a los largo de las once ediciones precedentes.
(Ver vídeo)
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lunes, 23 de noviembre de 2015
domingo, 1 de noviembre de 2015
jueves, 15 de octubre de 2015
lunes, 12 de octubre de 2015
Carta a Ercilia Pepín, sobre la resistencia y la opresiòn
Carta a Ercilia Pepín, sobre la resistencia y la opresión
Por Ylonka Nacidit Perdomo. 12
de octubre de 2015 - 7:00 am - 2
Ahora, Maestra Ercilia, solo se escucha
el eco del silencio cómplice; no hay agente autónomo. Menos de un cuarto de
siglo nos ha bastado para reconocer –con dolor- que tu lucha, y la de otras
muchas mujeres del 16, no cuenta.
Querida,
recordada y admirada Maestra: He querido escribirte en el día de hoy. La
fecha en el calendario es 12 de octubre. Sucede que, me siento un poco cansada,
agotada de dar vueltas y vueltas sobre esa irreconciliable necesidad de tratar
de entender el presente. Cada momento del diario colectivo, se quiebra; nos
aventaja la tristeza, la decepción, y, las esperanzas se tornan vacías y
lejanas. Siento que, a veces, los poderes fácticos pretenden empujarnos a ser
solo unos transeúntes de la vida, que acatamos las configuraciones ideológicas
y mediáticas que vienen de afuera y de adentro.
Maestra: El otoño
empezará a irrumpir pronto, y marcará a la imaginación con la soledad, con una
mirada que en las entrelíneas del poniente será taciturna, desfalleciente, sin
itinerarios. No sabremos, entonces, hacia dónde viajar, si hacia a la memoria o
hacia la espera de un milagro, o si precipitar a que los ciclos se cumplan, a
que las redes de la historia con sus complejas normas y visos de circularidad
rompan las amarras de la inercia, y den vueltas a la rueda del destino, y
despertemos en primavera con los colores vivos que la luz del sol posa sobre
las rosas y las flores, sobre los árboles, sobre las alas de las aves, sobre
las mariposas, sobre el mar, y sobre la hierba silvestre de la montaña donde
podremos hacer nuevos senderos.
Leí, hace un tiempo, aquello que escribiste, como si fuera una
manera de vivir, cuando se enfrenta a los opuestos: “Sé de las luchas tremendas
y de las inmensas e inacabables contrariedades, como que a duros golpes de esfuerzos
bogué porfiadamente contra el oleaje hasta ganar la orilla amable” [1].
¿Recuerdas, Ercilia, esta expresión tuya, estremecedora como una
confesión de las vorágines, de las contingencias que nos asaltan cuando
procuramos romper las barreras de los infortunios? Esta frase ha sido mi
referente para hacerte, por tu experiencia en los avatares de la vida
magisterial, política y patriótica, estas preguntas:
Maestra Ercilia: ¿Qué es la opresión? ¿Cómo se puede analizar
esa forma de penetrar, de quebrar a las conciencias, para construirle a los
otros una identidad
lacerada, que atraviesa al alma con una daga que altera los sueños, las
entrañas mismas de la dignidad, y se hace una realidad totalitaria, tan
conflictiva con el poder político, que es difícil de narrar?
¿Por qué se tiene que vivir como una muñeca quebrada, con los
brazos rotos, con las piernas mutiladas y con los ojos desorbitados? ¿Por qué
las mujeres de este tiempo no reaccionan ante la opresión con sentido crítico y
agudo? ¿Qué nos impide tener una identidad propia, dejar de estar suspendidas
en “el ideal” que los otros nos
construyen? ¿Qué debemos discutir ante la hibridez de las posturas de quienes
tejen –en complicidad con el sistema de opresión política- las mentiras? ¿Es
que, acaso, no tenemos un imaginario como sujeto que nos empuje a estallar
desde el silencio interior?
Quizás ocurre, Maestra, que las políticas tradicionales, de
ahora, han ido perdiendo vigencia en sus múltiples batallas y frentes; no se
toman un tiempo prudente para narrar sus experiencias, porque –al parecer- no
auscultaron ni escudriñaron con detalles en la opresión genérica. Se dedicaron
a las alianzas interpartidistas, y a pertenecer a las camarillas de la
identidad del
otro. No sepensaron ni un
solo momento; no aprendieron a disgustarse con sus roles asignados. Sólo se
dejaron determinar como sujetos en torno a las posturasdel otro y de
los otros. No saldaron cuentas con el fantasmagórico líder de
masas. Jugaron al terrible juego de apoyar por largo tiempo a lo dicho por el
otro. Ciertamente, ellas, tienen los mismos problemas de ellos: la
marginalidad del pensar. Han sido testigos pasivas, coetáneas, contemporáneas
de la opresión en sus partidos, y están con ofuscamiento desposeídas de
historicidad intelectual, segregadas, desagregadas del encuentro con las
vestiduras que debían rasgar.
Las dirigentes militantes de los partidos políticos
tradicionales son eternamente anecdóticas de sus negociaciones “triviales” y
rosadas con el poder. No han sabido ir al encuentro de otras miradas; sus
caminos están llenos de largas caravanas, de grandes mítines donde son
pasajeras de segunda. El poder “paterno” las ha derrotado, sin alcanzar a ser
un signo. “Todas a una” siguen viendo en el jerarca del partido, en el señor
político, al padre; y en el líder a un mítico prócer que no resiste un
escrutinio. Y, ahora, continúan idolatrando a los nuevos patriarcas, al jefe,
al caudillo, al emprendedor que las corteja, que construye nuevos esqueletos
ideológicos para ellas.
¿Cuál es el epígrafe que pondremos a la participación política
de la mujer para el año por venir? ¿Escribirán, acaso, con letras mayúsculas
algunas memorias; heredarán el despojo de los gobiernos; construirán otros
ideales que no se desprendan de la pasividad femenina; harán posible que el
fatal pesimismo sobreviva al holocausto de la opresión; mirarán hacia atrás,
sobrevivirán en esta media isla sin respuestas a estas preguntas, o se pondrán
una piel de aguerrida amazona? No sé, y ahora más que antes presiento, Ercilia,
que los verbos, los adjetivos, los sustantivos, o ninguna palabra pueden
alterar el imaginario social del cambio.
¿Cómo vamos a sobrevivir a la opresión subliminal, a la opresión
que se ha hecho una dinastía retórica, a los que en mangas de camisa dicen
“escuchar” como emisarios de un mundo patriarcal? ¿Aprenderemos a desobedecer,
a curarnos de las alucinaciones, de los genocidios culturales que implica lacosmeticalización de la realidad? ¿Qué viviremos el próximo
año: una tragedia o una paradoja, un nuevo sueño surrealista criollo, otro
proyecto de rompecabezas, de dimensiones contradictorias sobre lo que debe ser,
lo que debería de ser, y que a fin de cuentas será lo que es?
Muchos están afectados de quimeras. Las claudicaciones se hacen
la orden del día, en este encierro de la memoria y la desmemoria. Ni siquiera
se padece de la nostalgia, solo del halagador placer de lo inmediato, de
venerar tener un perfil de éxito, porque los utópicos son estigmatizados como
detractores.
La crisis, la crisis real de este tiempo, es la crisis de no
querer pensar, de no querer tener ideas por temor al poder que aísla. La crisis
aunque se hace malestar ha abolido la necesidad de mirarnos a los rostros.
“Cara a cara” ni los políticos se miran, por el contrario, oscilan con
“serenidad” en ocultar su cara corrupta, corroída por la resaca de sus arrabaleras
acciones.
¿”Cara a cara” quién se mira ahora? O, ¿a quién se obliga a
mirar al
otropetrificado, visceralmente disminuido, con espejuelos, con la
voz ahogada, pero con el gesto de autoridad?
La conveniencia es el equipaje que ha hecho el ultraje feroz de la
dignidad y del “yo”, el refugio importantísimo para ser parte del acontecer
político. La batalla de los utópicos es una batalla que se hace recurrente
soledad, un capítulo de esa intimidad que sólo transcurre fuera de los libros,
cuando nos acercamos a la mar, y ésta decide ir devorando las fuerzas del
náufrago.
Recuerdo, Ercilia, aquellas ideas que nos legaste cuando
escribiste en 1930: “Hemos contado con nuestra propia base territorial poblada
por homogénea agrupación social sometida al régimen de nuestra propia
organización gubernamental; pero nos ha faltado siempre y nos está faltando hoy
más que nunca lo esencial: una común y definida conciencia de la Patria, sin lo
cual ésta no es más que una ilusión evanescente”. [2]
Sin embargo, Maestra, en el presente, con dolor sólo puedo
decirte: ¡Qué decadencia tener que existir alucinantemente en este siglo donde
las masas legitiman a sus opresores, y éstos, las hacen seres desasosegados,
seres agrietados, habitantes de un pueblo que no se apropia de su libertad por
las continuas omisiones adrede de las páginas del pasado!
La opresión ha desencajado el significado de qué significa
existir; los opresores hacen del “todo está bien” una instrumentalización, un
arsenal de emisarios virtuales que argumentan la ficción de República que
tenemos. Ellos, de lo cual los intelectuales no están ajenos, hacen del “todo
está bien” un “petit récit”, una instancia de asentimiento, de dosis de no
criticidad como testigos voyeristas del barniz de la propaganda.
¿A qué aspiramos ahora, Maestra, si nadie tiene hambre de entendimiento; si
nadie hace de la literatura, de la lectura, un hábito para alcanzar su
liberación existencial? Dime: ¿Cuántas unidades de historia debemos enseñar,
cuántas unidades de libros debemos analizar, para reflexionar, y resolver las
ambigüedades del discurso dominante de hoy?
Maestra: el poder opresor ha agrietado a la historia nuestra; ya no hay
manera de interrogar con certeza qué paso, cómo fue lo anterior. El mecanismo
de opresión actual es la información ausente; crear espacios en blanco, y ahí
está la fisura para no tener certeza sobre el presente.
El presente, Maestra, es un espejo tiznado, franqueado por el deseo de
inducir la oscuridad en una mayoría que no sabe entrar en pugnas con el poder,
e irremediablemente no tiene herramientas para combatir en sus relaciones con
el poder. El espejo tiznado ha hecho una cultura, una imago, una
ideología de cero conflicto con el desbordante entusiasmo de la ficción asumida
como verdad absoluta. Nos no colonizan; la nueva cultura es la invalidez de la
oportunidad de la autorreflexividad, del acercamiento a la
desconstrucción de esos imaginarios socio-políticos-culturales que disfrazan
los discursos de la opresión.
¿Tú crees, Maestra, que estamos en el abismo de una crisis de valores?
¿Crees que hay alguna forma de romper esa subordinación periférica que se
evidencia en este nuevo siglo, donde permanece la noción tradicional de cómo
participar en la política? Ficción, historia, imaginario, traen las visiones
organicistas de ese abismo de polifonía discursiva del poder. Nosotros no somos
ciudadanos, somos seres humanos influidos e influenciados por la visión
unilateral de la base-supra estructural del poder político tradicional.
Ahora, Maestra Ercilia, solo se escucha el eco del silencio cómplice; no
hay agente autónomo. Menos de un cuarto de siglo nos ha bastado para reconocer
–con dolor- que tu lucha, y la de otras muchas mujeres del 16, no cuenta. Esta
es una sociedad abandonada a que todas debemos asumir el comportamiento que
asigna el código patriarcal. Todas debemos jugar oficialmente a ser “muñecas
menores” o “mujeres rotas”; ese es el status quo de la
condición humana de la mujer en esta media isla. Si te dicen lo contrario,
algunas mujeres, es porque no conocen la perspectiva burguesa de la opresión,
porque ni se te ocurra ser subversiva ahora, no sobrevivirías a las voces
femeninas que no desafían a las voces oficiales.
Recuerdas, Maestra, aquella Carta que le escribiste al General César
Augusto Sandino, cuando le enviaste la bandera bordada por las alumnas de tu
Colegio? Me he atrevido a leer en voz alta este fragmento de la misma, y he
dejado a un lado un poco mi pesadumbre:
“En manos del Ejército Liberador que estáis proceramente
comandando, esta bandera que venimos a ofrendaros –palpitante el corazón de
patriótica unción- seguirá teniendo la misma significación concreta que ha
ostentado hasta el presente tan sólo como símbolo de la soberanía nacional (…)
Pero, desdoblando fronteras materiales, esta enseña acabará por conquistar una
cimera significación abstracta o trascendentalmente genérica cuando el humo de
los combates desiguales en que ella está siendo gloriosamente empurpurada
levante en armas los hogares (…) en un soberbio conjuro de repudiación común,
enfrenando por la obra de la razón o por obra de la fuerza los alardes del
patibulario libertario”. [3]
¡Ay!, Maestra, ¿cómo se puede multiplicar las voces opuestas a
la opresión? ¿Qué palabras poseen la autoridad lingüística de persuadir, para
que una voz única se haga la voz de todas; para que las voces silenciadas se
redescubran, para que las consciencias secuestradas comiencen a tener llantos,
y se entienda que la democracia no puede ser una parodia, sino la oportunidad
de discutir todas las voces opuestas entre sí? No quiero Ercilia que se siga
perpetuando el mito del progreso por ese mundo oligárquico asociado ruinmente
al Estado, que hace insostenible la sobrevivencia material de las mayorías, y
la ruptura generacional con una legión de caudillos. Ya tú lo habías escrito
que nuestro país es “de eternos ensayos y de continuas alzas y bajas en el
sentido del progreso y de la cultura”. [4]
Afortunadamente, tú dejaste la autoridad de tu voz en tus
textos, conociste de las pugnas que traen las pasiones, las claves que forman
el entendimiento de las naciones, los intentos de cortadas, las aspiraciones de
cambios, los atormentados desvelos que las convicciones traen. Pero Ercilia,
¡qué dolor hiriente me produce que muchas ni siquiera quieren tener una
conciencia de reojo, una mirada oblicua, para transformar las mentiras en
subversión y en resistencia!
¿Qué somos Ercilia, qué somos, qué urge hacer, qué hay que hacer
para que la libre determinación de los pueblos no sea un microcosmos de letras
sobre el papel, una musa para discursos dirigidos a la modorra mental de los
que al oler esa peste del dinero de venta y contraventa de los chaqueteros políticos
que prostituyen la conciencia y derriten “voluntades” con el aturdimiento del
alcohol como un manantial para que se desentiendan de la motivación de la
dignidad espiritual, y no puedan remediar la desgracia de ser unos genuflexos consumidores del clientelismo?
¿Crees que podemos alcanzar ese sueño tuyo, de que “al grabar en
el conglomerado social la conciencia de la patria, estábamos asegurando a
nuestra descendencia un hogar nacional que no obstante la reducción de sus
linderos materiales y de sus posibilidades físicas podría alcanzar
inconmensurablemente anchura en el reino de lo ético como santuario de honor,
de felicidad, de justicia y libertad”. [5]
Quisiera pensar que esto es posible, pero me pregunto ¿cuál es
la enfermedad más terrible que padecemos? Y me respondo: -El silencio y el
olvido.
El silencio y el olvido es una metáfora de la docilidad, de
consolarnos con migajas del poder, de dejar que nuestro destino se desvanezca,
que nos echen a un lado para no problematizar el presente. Yo no quiero un
mundo perfecto, Ercilia, quiero un mundo rebelde, cambiante. No deseo ser una
fugitiva de lo que pienso, ni contrarepresentarme, ni transitar por el terreno
de la historia de manera indiferente; sé que aun no he aprendido lo bastante,
que mi intento de conocer el sentido de las cosas es un quehacer, una
cartografía de esa identidad que llevo adentro a la cual deseo darle voz.
Por eso me suena en los oídos, lo que dijiste, cuando tu pueblo,
Santiago de los Caballeros, te entregó el título de Hija Benemérita: “Hice de
la Escuela un taller, y en ella mi cabeza se cubrió muy pronto de nieve, y la
luz de mis ojos languidece rápidamente, sin que mi alma haya dado hasta hoy ni
remotas señales de cansancio. (…) Cuando caiga rendida para siempre, tengo para mí el mejor de los
epitafios, al ser colocado sobre mi tumba este título honrosísimo con que me
galardona mi pueblo. Ya no quiero más, en la avaricia de mi amor…”. [6]
Y, en mi caso, venerada Maestra, sólo aspiro a morir con
dignidad…
NOTAS
[1]Ercilia Pepín (1886-1939), Feminismo. (Tipografía
El Diario: Santiago de los Caballeros, 1930): 19.
[2] Patria y Escuela (Santiago
de los Caballeros, Talleres La Información, 1930):5
[3] Carta de Ercilia Pepín “Al General César Augusto Sandino.
Campos de Nicaragua. Invicto Paladín”, Directora del Colegio de Señoritas
“México”, mayo 15 de 1928 en Feminismo, p. 47
[4] Discurso de Ercilia Pepín en la Investidura de Maestros y
Maestros Normalistas el 16 de agosto de 1915 en Feminismo, p. 11
[5] Patria y Escuela (Santiago
de los Caballeros, Talleres La Información, 1930): 8
[6] Feminismo, p. 19 y 20
domingo, 11 de octubre de 2015
viernes, 2 de octubre de 2015
viernes, 25 de septiembre de 2015
martes, 22 de septiembre de 2015
jueves, 10 de septiembre de 2015
UNA CARTA DE ACLARACIÓN PERTINETE
Listín Diario,
Ciudad.
Señor Director del Listín Diario:
He leído en ese prestigioso diario, en la parte superior de la
primera plana del día viernes 5 de los corrientes, una noticia firmada por el
periodista Néstor Medrano, titulada: “Experto considera hay distorsión de la
verdad. Rechazan libro historia de 6to. Ensayista Manuel Núñez dice texto
sugiere que en RD se practica racismo y apartheid”. Medrano cita el peritaje
practicado por Manuel Núñez sobre el texto de 6to. Grado, de la autoría de Juan
Ricardo Hernández y Alejandro Hernández, publicado en 2006. El “informe” o
peritaje hecho por Núñez se reproduce en la página 7 A. He querido refutar
dicho “informe”, a la espera que pueda dispensarle un espacio similar, pues
estimo que carece de méritos históricos y pedagógicos, como se mostrará
sucintamente en las líneas que siguen.
Antes de pasar al examen de dicho “informe” conviene señalar que
el mismo contiene observaciones puntuales sobre un libro texto en las que omite
su temática y estructuración y hace caso omiso del diseño curricular al que
debe responder. Nadie sabe que el libro sometido al peritaje no trata de la
historia dominicana sino de la expansión colonial del occidente europeo en las
épocas moderna y contemporánea en América, África y Asia y de los procesos de
independencia y descolonización que le siguieron.
Tampoco considera que el sexto curso en el diseño curricular
vigente contemple la introducción de los estudiantes en el mundo colonial
provocado por el expansionismo europeo desde mediados del siglo XV, después de
haber visto desde el tercer curso de primaria solo historia dominicana.
Esto es importante porque la enseñanza en las escuelas
dominicanas se rige por el diseño curricular vigente para cada uno de los
niveles en que está estructurado el sistema educativo dominicano (público y
privado), en el marco de la Ley General de Educación. En tal sentido, el
currículo es el primer referente del maestro y la maestra dominicanos para el
desarrollo curricular que se realiza en el aula con las y los estudiantes como
protagonistas y a través de estrategias de enseñanza-aprendizaje.
Dichos estudiantes y docentes tienen varios recursos de los que
pueden servirse para la implementación de estrategias para el desarrollo
curricular, uno de estos recursos es el libro de texto (para el 6to. Grado hay
por lo menos cinco aprobados), al que se adicionan otros libros de consulta,
enciclopedias, mapas, videos, etc. Los libros de texto deben ajustarse al
diseño del grado en el área curricular, en este caso de Ciencias Sociales, sin
que esto signifique que el autor o autora del libro pueda expresar sus puntos
de vista sobre los temas que trata siempre en un marco de prudencia y respeto a
la ciencia y a sus procedimientos.
Por su parte, la maestra y el maestro, quien dirige el proceso
de enseñanza y orienta los aprendizajes de los estudiantes, acude al libro como
un recurso más para el desarrollo curricular, por lo que también puede decidir
utilizarlo de manera crítica o buscar otro recurso que considere más provechoso
para sus estudiantes.
Ya puestos frente al texto del “informe”, me detengo en las
observaciones de contenido histórico:
1) Contra lo que afirma el “informe”, los aborígenes que
habitaban nuestra isla a la llegada de Colón en 1492 la llamaban Haití. Así lo
consigna don Cristóbal Colón en su Diario del primer viaje y los primitivos
cronistas de las Indias. Entre los notables se halla Francisco López de Gómara,
ilustre clérigo sevillano que realizó estudios en la Universidad de Alcalá de
Henares, famosa entonces por las reformas que introdujo en ella el Cardenal Cisneros,
en su obra de Hispania Victrix. Historia General de las Indias, dedicada “A don
Carlos, Emperador de Romanos, Rey de España, Señor de las Indias y
Nuevo-Mundo”, obra que se publicó en Zaragoza en 1552 y tuvo numerosas
reimpresiones; dice este autor al hablar del descubrimiento de la isla
Española: “De Guanahaní fueron a Barucoa, puerto de Cuba, donde tomaron ciertos
indios; y tornando atrás a la isla de Haití, echaron áncoras en el puerto que
llamó Colón Real.” Para no hablar de Gonzalo Fernández de Oviedo, cronista de
Indias nombrado por el Emperador, quien señala este nombre en varios lugares.
2) El “informe experto” además confunde el nombre de los
cacicazgos (jurisdicción territorial de gobierno autóctono cuyo jefe era un
cacique o cacica) con el nombre de la isla (estos fueron, además de Haití:
Babeque, Bohío, Quisqueya, siendo Haití el más extendido o difundido por todo
el territorio). Los nombres de Marién, Maguá, Maguana, Jaragua o Xaragua e
Higüey fueron reconocidos como cacicazgos (a los que hay que agregar otros
treinta nombres), provincias le llamaban los españoles, pero jamás nombres de
la isla. Le garantizo, señor director, que esta especie es un invento novísimo
del “informe” y que no tiene sustentación alguna directa ni indirecta en documentos
ni en tradición historiográfica alguna como pretende su autor. Ciertamente, los
historiadores contemporáneos no están todos de acuerdo en que sea cinco el
número de los cacicazgos y algunos especialistas han planteado la hipótesis de
que podría tratarse de cinco federaciones de cacicazgos al momento de la
invasión europea. Pero en ningún caso los hacen pasar por nombres de la Isla.
3) Que el nombre de Haití se utilizó en los siglos XV a XVIII
consta también documentalmente. Pruebas al canto:
-Siglo XV: El propio don Cristóbal Colón, primer Virrey y primer
Almirante de las Indias, Descubridor y primer Gobernador de la Isla Española y
de las Indias, en uno de los documentos más solemnes que le otorgaron los Reyes
Católicos que fue la Institución de su mayorazgo, escribe: “E plugo a nuestro
Señor Todopoderoso que en el año de noventa y dos descubriese la tierra firme
de las Indias y muchas islas, entre las cuales es la Española, que los indios
de ella llaman Haytí y los monicongos de Cipango.” Fray Juan de Trasierra,
quien vino a La Española en el segundo viaje de Colón, firmaba sus cartas
dirigidas a los Reyes Católicos, monarcas de España, anteponiendo la datación
tópica y crónica: “De Haití a XII de octubre, vuestro obediente hijo”, etc.
-Siglo XVI: Son innumerables los ejemplos, puesto que se cuentan
entre ellos los grandes cronistas de Indias. Escojo dos autores que no se
hallan en este último grupo: Alejandro Geraldini, humanista italiano y amigo de
Pedro Mártir de Anglería, Obispo de Santo Domingo y quien dispuso la
construcción del edificio de la Catedral Primada que desde hace casi cinco
siglos es cabeza del gobierno eclesiástico en nuestro país, en su obra Periplo
hasta las regiones situadas al sur del Equinoccio, escrito en 1522 en la lengua
del lacio, en el capítulo decimocuarto expresa del primer viaje colombino: “Y
de ese modo llegó durante una prolongada navegación primero hasta las islas de
los caníbales, luego hasta la isla Beriqueria –que denominó San Juan Bautista-,
de ahí a Haití, a Jamaica, a Cuba,” etc. Aún añade: …“al comprobar que la isla
de Haití tenía gran abundancia de oro, de poblaciones, de feracidad y de bienes
característicos de su tierra de origen, le dio el nombre de La Española por
España.” Bachiller Francisco Thamara, Catedrático de Cádiz, publicó en 1556 El
libro de las costumbres de todas las gentes del mundo i de las Indias, en el
capítulo 7 de su obra se refiere a la isla Española y escribe: “La isla
Española que por otro nombre se dice también la Isabella, o la isla de Santo
Domingo i antes que fuese descubierta por los Españoles se llamava Haytí i
Quisqueya, que es aspereza i tierra grande”.
-Siglo XVII: De nuevo se multiplican las referencias ya que se
impone el interés de las potencias comerciales europeas por las colonias
americanas y crecen las ediciones extranjeras de historias del Nuevo Mundo y
otros libros basados en los cronistas españoles, de los cuales surgió la
llamada “Leyenda negra” de la conquista española; por abreviar, paso solo a
mencionar dos que no despiertan ninguna sospecha: don Antonio de Herrera y
Tordesillas, historiador y cronista mayor de Indias, a quien debemos una obra
monumental titulada: Historia general de los hechos de los Castellanos en las
islas y tierra firme del mar oceano., popularmente conocida como las Décadas,
escribió sobre esta isla: “A la Isla Española llamaron los naturales Aiti, i
Quisqueia, que significa Aspereca, i Tierra grande”. Me ahorro copiar a don
Juan de Solórzano Pereira, en su obra Política Indiana, también publicada en el
siglo XVII, quien retoma a Herrera.
-Siglo XVIII: En esta centuria son los autores de la Ilustración
los que se ocuparán de las copiosas referencias a la isla de Haití o de Santo
Domingo, ya este último apelativo más corriente que el nombre de isla Española
que entra en desuso. Pero el nombre de Haití no quedó en el olvido. Dos autores
hispano-dominicanos con visiones muy distintas de la historia de la colonia
española de Santo Domingo lo refieren. El primero, el hatero e historiador
banilejo Luis José Peguero, en su obra de 1762 que circuló manuscrita en dos
tomos, Historia de la Conquista, de la Isla Española de Santo Domingo, la cual
según fray Vicente Rubio, O.P., constituye “una muestra de lo que era la
literatura popular en nuestros medios rurales del siglo XVIII”. Peguero, puso
en versos este diálogo sobre la batalla de la Vega Real:
Del Almirante:
Toca al Arma, toca guerra
A ellos españoles míos
Abrasad toda la tierra
Pues que provo con la guerra
Prueben d’España los bríos.
De Guarionex:
No tememos tus proesas
Los indios que beis aquí,
Primero arderá en pavesas
Toda la tierra de Aytí,
Que tú Colón la agas presa.
El público culto bien pudo leer la obra del más destacado
ilustrado nacido en esta isla, Antonio Sánchez Valverde, racionero de la
catedral dominicopolitana, quien en su muy conocida obra Idea del valor de la
Isla Española, escribió sobre la isla objeto de estudio: “Sus antiguos
Pobladores la daban los nombres, verdaderamente epítetos, de Haití o Tierra
alta, y Quisqueya o Madre de las tierras. Esta fue la primera en que fijó el
pie nuestra Nación baxo de la conducta del inmortal Almirante Don Chistóbal Colón
en el felicísimo Reynado de los Católicos Reyes don Fernando y doña Isabel por
los años de JesuChristo de 1492”.
4) De lo anterior se deduce clara y distintamente que el nombre
de la isla, anterior a la llegada de los españoles, era Haití, como lo declara
el propio Descubridor, quien fue informado directamente por los indígenas y por
personas de conciencia que él mismo envió al interior de la isla a aprender la
lengua de los aborígenes, como fue el padre ermitaño fray Ramón Pané, entre
otros. También refieren el nombre aborigen de Haití para toda la isla Gonzalo
Fernández de Oviedo y Bartolomé de las Casas. Por tanto, es también falsa la
afirmación del “informe” cuando dice: “El nombre de Haití aparece en algunos
cronistas españoles llegados mucho tiempo después. Nunca se llamó así a toda la
Isla. Durante varios siglos nunca se designó a ninguna porción en los
documentos historiográficos con ese nombre, ni en los siglos XV, XVI, XVII y
XVIII.” Difícilmente pueda decirse que Colón llegó mucho tiempo después o que
estuviera mal informado sobre el nombre que daban los autóctonos a la isla que
tomó para asiento de su gobierno en las tierras descubiertas por él. Asombra
como alguien puede escribir lo contrario e inventar nuevos nombres de nuestra
isla en un “informe experto” y aun que muchas personas lo acepten como verdad
revelada. Un procedimiento totalmente ajeno a la enseñanza y aprendizaje de la
historia en el área de las Ciencias Sociales.
5) Si como se ha visto el nombre de Haití aparece en los
documentos y escritos de Cristóbal Colón, en otros documentos y escritos de
historiadores de los siglos XV, XVI, XVII y XVIII, y se sigue usando en los
siglos XIX, XX y XXI para referirse al nombre de la isla antes de la llegada de
los españoles, entonces, tan falsa como desafortunada es la afirmación que hace
el “informe” cuando dice de este nombre que: “Apareció en 1804, con la
proclamación de la Independencia.”
6) El “informe” pretende que “Dessalines no fue electo
Presidente, Haití no fundó una República de hombres libres, sino una Monarquía
absoluta de súbditos”. Ya sabemos que en medio de una guerra como la que supuso
la Independencia de Haití no era el momento apropiado para levantar padrones
electorales y llamar a las urnas. Las elecciones en momento aciagos los hacen
los líderes, cuando estos no se imponen, dadas las circunstancias. Tampoco fue
una elección democrática que hizo a Bobadilla el primer Presidente de la
República Dominicana, pero fue la persona que eligieron los representantes de
los grupos liberales y conservadores aliados para dar el golpe que produjo la
Independencia, por la que venían trabajando desde 1838 los jóvenes de la
sociedad secreta la Trinitaria, cuyo líder, Juan Pablo Duarte, se encontraba en
exilio forzoso. Pero contraponer hombres libres a súbditos, como si en la
Monarquía absoluta no hubiera hombres libres aunque fueran súbditos es una
barrabasada. No hay que haberse leído a Montesquieu para saber que en las
monarquías y las repúblicas puede haber hombres libres y otros no libres, en
efecto, la república romana los tuvo y todas las monarquías absolutas modernas;
pero también los tuvieron algunas repúblicas hispanoamericanas durante sus
primeros años (incluido el fallido estado de Haití Español pronunciado por
Núñez de Cáceres en diciembre de 1821) y la gran república de los Estados
Unidos de América, aunque desapareció pronto en el norte y permaneció en el Sur
hasta la guerra de Secesión. De estas observaciones, una es absolutamente
cierta: Dessalines murió asesinado en 1806 y no en 1807. A decir verdad, este
es el único error en términos históricos que enmienda el citado “informe”.
7) El “informe” hace un apartado para tratar “dos
desinformaciones”, que casualmente se refieren a la historia de Haití: a)
quiere que se amplíe la información sobre la Constitución de Haití de 1805, en
particular su art. 12; b) que se corrija el error de que “Toussaint fue
designado gobernador de Saint Domingue” y que se diga que este gobernó durante
diez años y “nunca proclamó la Independencia de Saint Domingue”. Ya uno no sabe
qué hacer, un gobernador no designado que gobierna diez años: Napoleón
Bonaparte, años después preso en Santa Elena, decía al respecto: “Tengo que
reprocharme una tentativa sobre una colonia durante el Consulado, era una grave
falta querer someterla por la fuerza; debía contentarme de gobernarla por
mediación de Toussaint Louverture.” ¿A quién creerle? ¿Al “informe” o a
Napoleón?
8) El último apartado del “informe” trata de la Unidad 4 donde
pretende encontrar fundamento para su imputación de que los dominicanos
practicamos masivamente el racismo y el apartheid. El libro de texto presenta
el Apartheid como una realidad de Sudáfrica, un país del continente africano.
Además propone que la lucha contra el racismo está presente hoy día en todo el
mundo, incluso en nuestro continente. Los ejemplos por la Independencia
dominicana incluye a los luchadores de las dos más importantes jornadas de
nuestra historia decimonónica, la de 1844 y la de 1863, ¿acaso no fueron
independencias, acaso no participó Duarte en ambas contiendas? ¿No lo consagran
así las Constituciones dominicanas y es obligatorio recordar ambas fechas en
todos los documentos legislativos?
En conclusión, el “informe” falsea, yerra o confunde en cada uno
de los puntos que se refieren a historia dominicana, siendo que el único donde
no desbarra es el pertinente a la historia haitiana. Si para muestra basta un
botón, este dice que el “informe” conoce mejor la historia haitiana que la
dominicana. El resultado de aplicar las propuestas contenidas en dicho
“informe” no sería otro que el de extraviar la enseñanza de la historia
dominicana. Dejo para una segunda entrega de esta refutación los aspectos
pedagógicos cuya respuesta exige un espacio que ya va siendo prolijo.
Señor Director, en general los textos dominicanos de Ciencias
Sociales adolecen de muchas fallas de forma y de fondo, resultado de la falta
de preparación y de experiencia de sus autores, no de la mala fe ni de fines
espurios, pero el “informe” las fue a buscar donde no las había en lo que
respecta a la historia dominicana. En consecuencia, el “informe” no se sostiene
en lo que a historia dominicana se refiere, como se acaba de ver. Y no porque
los textos dominicanos de historia sean buenos o muy buenos, que no lo son; más
bien tienen serias deficiencias, como han indicado evaluaciones anteriores
realizadas por personas entendidas en la materia. Esos yerros resultan de una
realidad cultural que debemos superar mejorando la calidad de la educación
dominicana. Pero el “informe” no procede honradamente: le sobran mentiras y le
falta verdad. Por eso la frase de José Martí cargada de humanismo se cae del
“informe”, pues no cabe en él.
El patriotismo sano y constructivo, el que nos enseñaron los
fundadores de la Patria Dominicana, así como los fundadores de la
historiografía nacional, no se fundamenta en la contraposición de dominicanos y
haitianos, sino en la libertad de la patria dominicana y de todas las patrias
del continente: Duarte, Sánchez y Mella, no fueron antihaitianos aunque lucharon
por la libertad de su patria de la República de Haití; tampoco lo fueron los
héroes de la Restauración de la República. Así lo expresa el historiador
Vetilio Alfau Durán, con cuyas palabras iniciaré la segunda parte de esta
refutación ya que constituyen toda una lección de patriotismo.
Queda de usted, atentamente,
Raymundo González,
lunes, 24 de agosto de 2015
domingo, 5 de julio de 2015
Aproximación
a Camila Henríquez Ureña (1894-1973)
Conferencia de la Dra. Carmen Durán
La aproximación a esta destacada
intelectual dominicana cobra hoy un particular interés, esto así porque para la
relectura y reescritura de la historia dominicana desde la perspectiva de
rescatar y valorar los aportes de las dominicanas al pensamiento social, a la
construcción de la nación y al desarrollo de la cultura en sentido amplio, es
preciso ir identificando a través de esos aportes, el imperativo propósito de
superar la invisibilidad de las mujeres en la historia.
Camila Salomé
Henríquez Ureña, nació el 9 de abril de 1894, fue la única hija de Salomé
Ureña, fue una niña prematura, ya que su
madre estaba amenazada por la cruel enfermedad que le arrancó la vida en 1897;
su padre Francisco Henríquez y Carvajal creyó que no viviría, pues era
pequeñísima y apenas respiraba. Esa especial circunstancia hizo que la pequeña
estuviera bajo el cuidado de su tía y de su padre.
Camila Salomé
sufrió los mismos avatares que su familia, las intrigas políticas y las
circunstancias muy especiales de inicios del siglo XX. En 1904 la familia
compuesta por ella sus hermanos Francisco, Pedro y Max Henríquez Ureña se
instala en Santiago de Cuba; allí cursó estudios de bachillerato y
universitarios.
Entre los años de
1916-1921 viajó a Estados Unidos; tomó cursos en la Universidad de Minesota, en
la que posteriormente ocupó una cátedra .Se graduó de Doctora en Filosofía y
Letras y en Pedagogía en la Universidad de La Habana. Cursó estudios en
Columbia University y en la Sorbonne de París.
La inagotable labor
educativa y cultural de Camila Salomé comenzóó en la década de los años veinte
en Cuba, presidió la sociedad femenina Lyceum, fue
miembra fundadora de la Institución Hispano-Cubana de Cultura en La Habana, ocupó
una cátedra en la Escuela Normal de
Maestros de Santiago de Cuba. Entre los años de 1941 y 1960 año en que regresó
a Cuba, viajó por varios países de América Latina, Estados Unidos y Europa.
Acceder a Camila Henríquez Ureña, presentar unas líneas de su personalidad
que abarquen la dimensión poliédrica de su obra, de su labor, de su
personalidad, acceder a ella como ensayista, crítica literaria, pedagoga, feminista,
humanista, mujer en la plenitud de sus aportaciones a la cultura caribeña, latinoamericana
y universal .Llegar a Camila a través de Hostos y de Salomé es un reencuentro
con las raíces que hoyaron muy dentro de su espíritu y de sus convicciones.
Precursora
del feminismo, a través de un importante estudio socio-histórico y cultural
sobre la condición de la mujer, pronunció una disertación en 1939,donde entre
otras consideraciones plantea que:”La pugna entre las dos mitades de la
humanidad obedece a motivos de tal complejidad, comprende tan múltiples y
varios aspectos, que no existe manifestación vital en la cual no se deje sentir, y tratar de interpretarla
y de exponer su desenvolvimiento en breves palabras es intentar al par el análisis
y la síntesis de toda la existencia de la humanidad.
La historia del
feminismo no es sino el lado femenino de esa cuestión eterna, y por lo tanto es
la historia de una lucha entre partes muy desiguales,
porque como quiera que
consideremos el problema, tenemos que partir del hecho incontrovertible de que
la mitad femenina del mundo se ha encontrado siempre en condiciones de
inferioridad respecto de la otra mitad masculina. El problema vital de la mujer
es doble. Toda la historia de la humanidad es la historia de luchas: el hombre
ha batallado siempre por mejorar las condiciones de su existencia, y la mujer,
fatal aunque no siempre conscientemente, ha tomado parte en esa lucha general
contra la enfermedad, la guerra, el hambre, la esclavitud, la miseria y la muerte,
lote común de todos los seres humanos. Pero al mismo tiempo se ha enfrentado al
varón por los problemas específicos de su sexo; problemas biológicos y
problemas que le ha creado la condición social que le ha sida impuesta.
Entre los escritos más notables de Camila, figuran: Las
ideas pedagógicas de Hostos y otros escritos, Estudios y Conferencias, Obras y
Apuntes, recopilación de los más importantes textos que versan sobre diversos
temas tratados magistralmente por esta brillante intelectual dominicana de
quien nos dice Mirtha Aguirre: ’’…Camila Henríquez Ureña, que sabía crear
grandes cariños en torno a su persona, inspiraba, sobre todo, respeto. Modesta
y sencilla hasta lo increíble, lograba en su claustro universitario, por
acatamiento de todos, que la cabecera estuviera siempre donde ella se sentaba (…)
Esta estudiosa de buena pluma era enemiga de publicaciones. Sí se podía
conseguir de ella conferencias y posterior autorización para su inclusión en
revistas o folletos útiles a los estudiantes. Nadie pudo convencerla jamás de
que debía editar libros. A su juicio había ya muchos y muy buenos sobre las
cosas a las que ella se dedicaba. Fue este uno de los pocos errores que cometió
en su vida’’
Camila fue una
abanderada de la causa de la mujer y de la cultura, un ser sensible y
extraordinariamente humana. Revelación de esa enorme calidad humana es la
experiencia por ella vivida cuando al ser detenida por razones políticas en el
año 1935 compartió con las reclusas de la cárcel de Guanabacoa a las que
impartió clases y lecturas y donde contribuyó a la organización de la
Biblioteca Nacional de Mujeres, en su motivación sobre la importancia de los
libros nos dice:’ No piensen ustedes que solo se habla en los libros de héroes
poderosos y felices. Los libros exponen también los sufrimientos y las injusticias,
y nos animan a buscar el camino para remediarlas, nos anuncian un futuro mejor.
Además la vida de los libros es más larga que nuestra vida…”
Esta exquisita
dominicana, que resulta desconocida para muchas y muchos dominicanos, nos
convoca hoy en el ciento veinte aniversario de su nacimiento a abrevar en la
fuente de la cultura como vía de superación. En el ensayo’’ Mujer y Cultura’’, escrito
en 1939, expone notables consideraciones en torno a la cultura y a las mujeres
en búsqueda de la identidad de género. Camila revela profundas reflexiones
sobre la problemática de las mujeres y su traumático tránsito por los senderos
de la cultura, los que ha tenido que trillar muy cuesta arriba, ingeniándose
estrategias para hacer valer su condición de ser pensante.
El ministerio de la
Mujer hace significativa esta fecha y reconoce en esta dominicana uno de los
valores intelectuales femeninos más notables del siglo veinte. Con ella decimos:’
La época que nos toca vivir es la de derribar barreras, de flanquear obstáculos,
de demoler para que se construya, luego, en todos los aspectos de la vida de
relación entre los seres humanos.’’
.
sábado, 4 de abril de 2015
LA MUJER DOMINICANA Y SU LABOR SOCIAL
HOY 8 DE MARZO DEL 2015
Las mujeres de nuestra historia, algunas de las cuales han sido biografiadas, y las demás dolorosamente olvidadas, constituyen sin duda, un referente obligado a la hora de hablar del desarrollo socio cultural, político y económico de nuestras naciones. No obstante, en la actualidad, son muchos los escoyos que deben vencer para acceder a posiciones de poder o mandos gerenciales.
De las olvidadas se sabe muy poco, sin embargo, paradójicamente han aportado grandemente a la sociedad dominicana desde sus distintas y complejas realidades. Como muestra de ellas encontramos mujeres emblemáticas. Anacaona, valiente cacica, luchadora audaz, defensora de la raza aborigen, Rosa Duarte, hermana y biógrafa del padre de la patria, Juan Pablo Duarte, María Trinidad Sánchez y Concepción Bona, valerosas mujeres de la independencia, Angélica Figueroa, madre de los hermanos Deligne Figueroa, Petronila Angélica Gómez, fundadora insigne de la revista Fémina, Salome Ureña, educadora, poetiza, madre, y esposa, Andrea Evangelina Rodríguez Perozo, primera médica dominicana, Patria, Minerva y Maria Teresa Mirabal, Florinda Soriano (Mamá Tingò); entre otras valiosas heroínas, son algunas de las mujeres que nos proponemos desempolvar para visibilizar.
lunes, 26 de enero de 2015
Juan Pablo, en el imaginario de los jóvenes
El aprecio o reconocimiento de sentimientos y
valores en las sociedades modernas y post modernas, son temas que en la
actualidad generan polémicas interesantes. El debate, que se nos plantea cuando
hablamos de divulgar informaciones, teniendo en cuenta los valores éticos y
morales de las sociedades de hoy, nos obliga a substraernos un poco, e iniciar
una suerte de interrogantes, que tienen que ver con la sociedad en su conjunto,
pero fundamentalmente, con las sociedades del pasado.
Preguntas como ¿Qué tipo de
sociedad tenemos?, ¿Cuáles son sus
intereses?, ¿Cuál sería la sociedad apropiada o cuál nos gustaría tener?; ¿Por
dónde empezar a construirla o reconstruirla?, son algunas de ellas. Por
supuesto, llegar a esas respuestas amerita de un trabajo creativo por parta de docentes y alumnos.
Hace dos años, al conmemorarse el bicentenario
del natalicio de Juan Pablo, quise introducir en la programación de la
asignatura Fundamento de Historia Social Dominicana; una estrategia
metodológica en la que los jóvenes tuvieran la oportunidad de recrear la labor
social y política de “Juan Pablo” desde una perspectiva mucho más cercana,
presentando a un Duarte más parecido a él o a ella, a un Duarte, de carne y hueso.
Tomando como punto de apoyo el conocimiento del
personaje a través de su labor social y política, iniciamos la caracterización
y dramatización del periodo histórico, en el que se desarrollaron los hechos,
que posteriormente produjeron la Independencia Nacional Dominicana, el 27 de
febrero de 1844.
¿Cuál fue la gran sorpresa de estos jóvenes?,
¿Qué lectura hicieron?, ¿Cuáles pensamientos llamaron su atención?.
Descubrieron a un Juan Pablo
con gran personalidad, con sed de justicia, que llamaba las cosas por su
nombre, que tenia fe en el porvenir, poseído de coraje y valentía, que sus planteamientos, siendo apenas un veinteañero
trascienden la tenacidad del tiempo. Que el jòven tenía preocupaciones iguales
o muy parecidas a la de ellos en la actualidad, que sus motivaciones políticas y sociales
continúan siendo pertinentes, después de doscientos años.
Juan Pablo Duarte, con su
innegable visión y percepción de las características del ser humano definía al
pueblo dominicano y a sus dirigentes con
acertada razón, diciendo “En Santo Domingo no hay más que un pueblo que desea
ser y se ha proclamado independiente de toda potencia extranjera, y una fracción
miserable que siempre se ha pronunciado contra esta ley, contra este querer
dominicano, logrando siempre por medio de sus intrigas y sórdidos manejos
adueñarse de la situación y hacer aparecer al pueblo dominicano de un modo
distinto de como es en realidad; esta fracción, o mejor diremos esa facción, es
y será siempre todo, menos dominicana; así se la ve en nuestra historia,
representante de todo partido antinacional y enemigo nato por tanto de todas
nuestras revoluciones; y si no, véase ministeriales en tiempo de Boyer, y luego
riveristas, y aún no había sido el 27 de febrero, cuando se les vio
proteccionistas franceses y más tarde anexionistas americanos y después
españoles”(…). [1]
Rescatar el ejercicio de una enseñanza basada
en una “Historia pensada”, que
cuestione el por qué de las cosas y poder
plantearse nuevas interrogantes a lo
encontrado o determinado, se hace cada vez mas
necesario. Lograr
describir el acontecer histórico y su vinculación con el presente no es tarea fácil. Sin embargo, aproximarnos a la
verdad histórica, es el deber de todo docente que se precie o aspire a ser
objetivo en sus concepciones.
Cuando los alumnos fueron profundizando en el
conocimiento del pensamiento social y político de Juan Pablo, establecieron
nexos importantes, enfatizando el aspecto interno de los procesos que se puede
reconstruir sobre la base de hechos históricos sucedidos, apoyados en
documentos escritos, testimonios orales y demás recursos que constituyen
fuentes necesarias para estudio de la historia.
Los jóvenes estudiantes al final de la
experiencia destacaron en primer lugar, la tremenda vigencia del pensamiento de
Juan Pablo doscientos años después, en segundo lugar, el compromiso que tiene su generación con el
cambio de rumbo de políticas negativas desarrolladas por la mayor parte los gobiernos republicanos y en tercer lugar,
y no menos importante, la necesidad de
inclusión social para los más vulnerables,
así como la implicación y compromiso de la juventud en el proceso de ese cambio
de rumbo.
He aquí el resultado de la experiencia (Ver vídeo)
He aquí el resultado de la experiencia (Ver vídeo)
Pienso que es fundamental integrar esfuerzos para producir un tipo de enseñanza en la que los jóvenes y adultos sean capaces de apreciar el valor de la diversidad cultural y su influencia en un mundo globalizado.
Pero además, provocar en los
jóvenes una actitud responsable y solidaria, que les permita convertirse en
verdaderos sujetos de cambio, acorde con las características del mundo en que
viven, el cual demanda de innovaciones constantes.
26 de enero, 2015.
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